Las vacaciones, ese gran invento para desconectar del estrés cotidiano y que uno aprovecha para adentrarse en el mundo de las series y los libros que me han ido recomendado durante el año. Esta vez, una verdadera joya ha cautivado mi corazón y mi mente: «Las noches de Tefía» en Atres Media. ¡Tenéis que verla!
Desde la primera escena, quedé totalmente enganchado a esta serie cautivadora, y durante una semana, he arañado cualquier rato para ver un capítulo más. La forma en que la trama se desarrolla a tres tiempos diferentes es simplemente brillante, y todo encaja a la perfección, desde los momentos más emotivos y dramáticos hasta aquellos que te dejan boquiabierto con su espectacularidad.
Además, «Las noches de Tefía» va más allá del simple entretenimiento, es una ventana a la historia y una dura confrontación con la injusticia y la intolerancia. Sorprendentemente el centro penitenciario Tefía no nos queda tan lejos. Investigando más sobre el tema, descubrí con asombro que atrocidades similares ocurrieron incluso en Extremadura, durante la dictadura franquista. El artículo que encontré, titulado «La Cárcel de Homosexuales de Badajoz: Cuando el franquismo castigaba a los que amaban libres«, me dejó sin palabras y me recordó la importancia de contar estas historias para no olvidar el pasado y luchar por un futuro más justo.
Es increíble cómo, a pesar de los avances que hemos logrado como sociedad, la discriminación y la persecución a la comunidad LGBTQ+ aún persisten en pleno 2023 en algunos países como Hungría y Polonia. Es desgarrador pensar que la lucha por la igualdad y los derechos humanos sigue siendo una batalla vigente en distintas partes del mundo.
Además, me encontré con una polémica en las redes sociales sobre un miembro de «Las Nancys rubias» que compartió una foto con una camiseta del Valle de los Caídos y el lema franquista. Esto generó un debate sobre si se trata de libertad de expresión o simplemente una muestra de inconsciencia. Sin duda, estas situaciones nos hacen reflexionar sobre el poder de nuestras acciones y palabras y cómo influyen en el bienestar y la convivencia de todos.
En medio de estas reflexiones, recuerdo la poderosa frase de Loles León en el corto «El mundo entero»: «En esta puta vida y para dos días que vamos a vivir, que cada uno se coma lo que quiera mientras no moleste a nadie, ¿estamos?». Termino con esa llamada a la tolerancia y al respeto, una invitación a aceptar y amar a todos tal como somos, sin prejuicios ni discriminación.