Memoria de pez

El “baby boom” acaba de explotar en mi círculo más cercano. Llevo una temporada donde todos los meses hago quedadas para ver a los hijos/as de mis amigos/as. Hace tan sólo dos días quedé con una amiga para conocer a Pablo. 

Estuvimos andando por el paseo de Cánovas en Cáceres y amiga no tardó ni 5 minutos en toparse con alguien. Era una antigua vecina que se tiró a darle mil besos a Pablete. “Hay qué guapo es, qué preciosidad, menudo juguete” exclamaba con fervor la ex-vecina. De repente una frase salió de su boca “Hija, ¿cómo es que le vistes de rosa al niño?” Una gran carcajada salió de mi amiga. “Me encanta cómo le queda este color, ¿no te gusta?”  En ese momento miré el móvil para asegurarme que estábamos en en julio del 2021. Es increíble cómo algunas costumbres/tradiciones prevalecen años y años arraigadas por generaciones, ¿verdad?

De vuelta a casa no paraba de pensar sobre esta pequeña anécdota. El ser humano es raro, me repetí varias veces. Al igual que uno puede grabarse a fuego una conducta, puede olvidarse de otra en cuestión de meses. ¿Un ejemplo? Plácido Domingo. Este caballero, que se disculpó después de que una investigación confirmase sus abusos sexuales a mujeres, acaba de vender el 40% de sus entradas  para el festival Stone Music de Mérida en 48 horas. 

Yo no cuestiono la calidad artística del señor Domingo, es más, estoy seguro que su voz sigue siendo excepcional. Lo que realmente me sorprende, es la rapidez de algunas personas para olvidar este tipo de delitos. En estos casos, siempre me sirve culpar al capitalismo que nos gobierna. Si existe una demanda del producto, ¿quienes somos nosotros para no dárselo?. 

Está claro que continuamos viviendo en una sociedad machista donde a un hombre cis heterosexual se le perdona de todo. Bueno… todo, menos que se vista de rosa.