Mi padre se quedó de piedra, cuando ya de adulto, le comenté que un día llegué a casa con los 5 deditos de una persona, marcados en mi cara a la vuelta del colegio. Se iban acabando los años 80 y en el autobús de vuelta al cole, “el Félix”, ese día sonaba “Mecano”.
Estimados/as amigos/as, debo admitir que me ha sorprendido leer que Cáceres concederá la Medalla de la ciudad al colegio San Antonio de Padua, el colegio donde cursé la EGB, en el año de su centenario. Es ahí cuando me pregunto, ¿en base a qué se ha dado este premio? Hace 100 años no había muchas opciones en la ciudad, de ahí el abolengo del colegio, pero no podemos decir que hayan sido 100 años de excelencia educativa. Si preguntamos en Madrid, Sevilla o en Mérida, estoy seguro que nadie ha escuchado nunca nada sobre los logros académicos de sus estudiantes.
¿Cuántos premios nacionales/regionales/internacionales ha tenido el colegio San Antonio? Además del deporte, ¿ha destaco por alguna iniciativa relacionada con la educación? ¿Ha creado algún método pedagógico? ¿ Está entre los 100 mejores colegios nacionales? En este 2021, es un colegio más de la ciudad. A los centros educativos hay que valorarlos por algo más que cumplir años y tener medallas de baloncesto.
«Cáceres concederá la Medalla de la ciudad al colegio San Antonio de Padua»
Un titular arrollador en tiempos difíciles, donde se pone más que nunca la importancia de la educación pública de calidad y cómo debe adaptarse a los tiempos que vivimos. Desconozco cómo es este centro en la actualidad, pero se le está premiando por sus 100 años de vida y es ahí donde yo puedo hablar con conocimiento.
Durante mis 9 años en el centro, no aprecié ni un ápice en valores humanitarios, calidad de enseñanza, ni compromiso con la juventud, que pudiera ser digno de reconocimiento. El colegio carecía de instalaciones de interés académico, (me refiero a buenos laboratorios, aulas de informática actualizadas, aulas de idiomas, opción de un segundo idioma), eran deficitarios en empatía hacia alumnos/as que no seguían el ritmo “normal” de la clase y suspendían con creces con esa aptitud déspota de sus educadores con aires de grandeza.
¿La dirección del colegio? en mis tiempos era un tal Padre Arévalo, que iba siempre hecho un pincél, ataviado con ropa de primeras marcas de la cabeza a los piés. Había que dejar claro el “espíritu franciscano” del colegio.
El ayuntamiento premiando colegios religiosos e históricamente elitista
Evidentemente, esta es mi percepción, habrá personas que hayan vivido algo diferente (recomiendo ver “La mala educación” dirigida por un ex alumnos del Colegio San Antonio, Pedro Almodóvar) y respeto sus opiniones, pero premiar a un colegio privado (ahora concertado), religioso e históricamente elitista, me parece una provocación. Estamos saliendo de una pandemia y hay centros sanitarios que merecen ser recompensados. A nivel educativo, encontramos colegios públicos en la ciudad que merecen mucho más este reconocimiento por su labor y profesionalidad de sus docentes, siempre comprometidos con la educación.
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