El vino de pitarra es uno de esos rasgos distintivos del vino extremeño

Concha Hierro es una enamorada del vino y la gastronomía. Natural de Almendralejo se declara apasionada de lo autóctono y los procedimientos tradicionales. Consejos, catas y curiosidades hacen que su blog sea de obligada consulta para los amantes de la enología.

¿Cuánto tiene que ver Almendralejo con su afición al vino?

En Almendralejo empezó todo. Mi familia, que es toda de allí, está muy relacionada con el sector y es algo que siempre ha estado en casa. De todos modos, como afición que se convierte en profesión es algo más reciente. Después de trabajar en un programa gastronómico para televisión, en 2016 decidí formarme como sumiller con Piedad Fernández (mejor sumiller de Extremadura 2015) y fue entonces cuando descubrí todo un mundo que me interesaba muchísimo y en el que encontraba una intersección con lo que más me gusta del periodismo: contar historias y poder viajar.

¿Cuál fue tu mayor reto cuando decidiste apostar por tu blog y la aventura online?

Exponerme. Sin duda este fue el mayor reto. No solo apostar por una idea y un proyecto online propio, sino el hecho de ponerme a hablar frente a una cámara compartiendo lo que me entusiasma. Yo ya tenía experiencia en tele, pero esto era diferente. Se trataba de hablar casi de tú a tú sobre vino, una bebida que si lo piensas bien está bastante encorsetada en cuanto a comunicación se refiere y muy sujeta a ideas preconcebidas. El reto era hablar de vino siendo yo misma, desde mi propia curiosidad y entusiasmo.

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¿Ves las redes sociales como un aliado o un enemigo? Basada en tu experiencia, ¿cuál es la que mejor se adapta a tus necesidades?

Por supuesto como un aliado. Al final las redes ayudan mucho a difundir ideas y experiencias, además de que son un canal fantástico para compartir y descubrir a otras personas con proyectos muy interesantes. Yo ahora mismo utilizo más instagram que cualquier otra red social, pero porque es donde está todo “quisqui” y donde más se mueve todo, aunque sigo estando en todas un poco, pero sí te digo que las uso muy moderadamente. Para nada me absorben y me gusta verlas siempre con cierta distancia.   

En un mundo tan competitivo como es el del vino y gastronomía, ¿hacia dónde enfocas tus esfuerzos para destacar?

Tampoco hago grandes esfuerzos en este sentido. Lo que más me interesaba cuando inicié este proyecto era ser fiel a lo que me entusiasma y me gusta, lo que me mueve de algún modo para después compartirlo. Proyectos de pequeños productores, gente que está trabajando por recuperar variedades de uvas autóctonas o casi extinguidas, vinos tradicionales que forman parte de la cultura de los pueblos… En fin, esos son los proyectos que más me llaman la atención y los que me gusta compartir. 

La gastronomía en Extremadura ha experimentado un cambio muy positivo en los últimos años.  ¿Cómo ves el nivel gastronómico actual? ¿Dónde deberíamos seguir mejorando?

En Extremadura se come bastante bien en general porque además tenemos una materia prima buenísima, pero creo que siempre se debería seguir mejorando en formación del personal y del comensal. Tanto en vinos como en otros tantos productos. Por ejemplo, hay muchísimo camino todavía por recorrer en el mundo del café en Extremadura (también en España). Seguimos acostumbrados a beber café malo, torrefacto, que incluso nos sienta mal. Esto tiene que cambiar y mientras más gente formada haya, más a menudo iremos viendo cómo mejora la oferta. Deberíamos entrenar y educar nuestro paladar para detectar y saber apreciar la calidad.

Para que se vayan con un buen sabor de boca, ¿qué menú le recomendarías a una persona en su primera visita a Extremadura?

Yo soy muy de migas, algo que casi nunca encuentro aquí en Madrid y en invierno siempre me apetece. Las migas del bar Abuelo de Almendralejo es algo que quien visite la ciudad tiene que probar. Recomendaría también probar nuestros jamones ibéricos de bellota, los quesos de torta, los aceites del norte de Cáceres, que son una maravilla. Y luego están los dulces; soy muy fan de los dulces de tahonas de pueblo: las perrunillas, las bollas, los pestiños… 

Por último mencionar un producto muy nuestro. ¿Vino de pitarra sí o no?

Por supuesto que sí. Siempre. Es uno de esos rasgos distintivos del vino extremeño que no sé por qué demonios no se pone en valor, en un momento en que además se está volviendo a poner el foco en vinos criados en tinajas porque el barro preserva mejor la frescura del vino que la barrica. Georgia, por ejemplo, ha sabido hacerlo muy bien con sus vinos de kvevri (tinaja). Al final ahí está riqueza de un pueblo, en sus usos y costumbres, en su historia y en su patrimonio.