Mi madre siempre dice aquello de niño que no llora, teta que no mama. Ante dos personas, una de ellas dormida y la otra llorando, siempre vamos a socorrer a la segunda sin dudarlo. No nos preguntamos si la persona dormida está enferma, con necesidades, damos por asumido que si no se manifiesta, es que todo está correctamente.
Debo reconocer que me sorprendió ayer la noticia del plan de inversiones que el gobierno nacional ha decidido aportar a una comunidad autónoma. un plan muy ambicioso que abarca red de ferrocarriles, aeropuertos y carreteras. Más de de más de 4000 millones de euros de inyección que en nada se parece a la política de recortes y ahorro que nos tiene sometidos a otros territorios.
Soy muy sincero cuando digo que me alegra infinitamente que se invierta en comunicaciones, en sanidad, en educación, pero ¿qué pasa con los demás? Anunciar inversiones en un sitio concreto sin mencionar al resto me parece confuso, insolidario y cizañero.
¿Qué pedimos los extremeños? como siempre, nos conformaremos con las migajas y los restos. Llevamos más de diez años luchando por estar mejor comunicados con el resto de España, apostar por energías renovables y un buen plan de empleo juvenil. Una lucha por la que han pasado varios partidos políticos y seguimos a la espera de un tren que no llega. Mientras tanto, Extremadura duerme, su estado natural, hasta que algo o alguien nos despierte.
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