Estaba desayunando en el 13 de San Antón, cuando su propietario, el popular Juanma Zamorano, se acercó y me dijo: ”Te voy a presentar a alguien que te va a encantar”.
Se trataba de Adolfo Maestre, dueño de la bodega registrada más pequeña de Extremadura. Bajo este apelativo de “más pequeña” se esconde «El Chavete», un vino de elaboración artesanal con unos principios muy grandes. Adolfo tiene muy claro sus objetivos, ofrecer un vino de calidad, del que se pueda sentir orgulloso. Asegura que poder controlar el proceso desde el principio al final es primordial para él.
Alejado de las grandes producciones vinícolas y de las condiciones abusivas de las grandes cadenas alimenticias, toda su producción va destinada a dos restaurantes de Cáceres: El 13 de San Antón y La Parrilla de Galarza.
El Chavete es un vino natural, del cual no se corrige sus parámetros básicos (grado alcohólico/ acidez) con aditivos de ninguna clase, ni se le somete a procesos agresivos como el estabilizado o filtrado.
Mi reflexión de hoy está aquí. Quizás estemos ante el secreto de nuestra Extremadura, hacer cosas con amor, con calidad, pero pequeñitas. Puede que Adolfo Maestre no se sitúe en listas de grandes bodegas nacionales como El Marqués de Riscal, pero tampoco lo busca. Su producto tiene algo que los demás carecen y eso se nota en el paladar.