Asentada sobre un batolito de granito, se conservan restos prehistóricos y prerromanos. En tiempos de los romanos fue conocida como Turgalium y llegó a ser una prefectura estipendiaria de la capital lusitana (Emerita Augusta). Posteriormente fue poblada por pueblos bárbaros (principalmente visigodos) aunque el predominio de la población seguiría siendo hispanorromana. Más tarde llegaron los musulmanes, pasando a ser una de las principales poblaciones de la región de influencia gobernada desde Badajoz (que llegó incluso a formar uno de los reinos de taifas). Después de cinco siglos de ocupación de éstos últimos, y tras varias incursiones cristianas en distintos momentos, en 1186 fue de Alfonso VIII de Castilla . Posteriormente (no tardó mucho) volvió a estar bajo la dominación islámica, esta vez de los Almohades, para ser conquistada definitivamente por los cristianos en enero de 1232, ya en tiempos de Fernando III. El rey Juan II de Castilla le concedió el título de ciudad en 1430. Tuvo importancia su barrio judío ubicado ya fuera de los potentes muros medievales. Trujillo, con el crecimiento de la población, poco a poco se fue extendiendo fuera del recinto amurallado. Uno de los lugares más principales que se formaron fue la actual Plaza Mayor que, después de la vuelta de algunos de los numerosos hombres que marcharon a América, fue engalanada por majestuosos palacios.
No hay que perderse:
– El Castillo de Trujillo. La fortaleza fue construida por los árabes en la segunda mitad del siglo IX, en la zona más elevada del cerro rocoso denominado «Cabezo de Zorro». Desde sus murallas se domina toda la llanura de la tierra trujillana. Es un recinto hermético, rodeado por la cerca de murallas en un perímetro de 900 metros y el hecho de estar situado en lo más elevado de un terreno escarpado, lo hace inaccesible al ataque. Es un castillo hermético sin ventanas y con escasas saeteras.
– Comer en «La Troya» Uno de los restaurantes más populares de Extremadura. Raciones abundantes de comida casera con un trato muy familiar. El mejor sitio para probar»las migas» por primera vez. Pero ojo, vaya con mucha antelación, durante los fines de semana hay que hacer colas muy largas para comer.
– El museo del Queso y el Vino. Tras recorrer la ciudad monumental, puede darse un paseo para acercarse hasta el antiguo convento de la Merced en la parte baja de la ciudad, donde se ha creado un museo diferente, un museo que encierra historia, arte realizado por trujillanos, objetos antiguos que le acercan al mundo del pastor de antaño y, sobre todo, buen vino y buen queso de la tierra, de nuestra tierra extremeña.
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